Lo que se dice de las Quimeras
Sobre "El Insomnio de Segismundo"
Medardo Maza
"Son dos obras de teatro al mismo tiempo: Una, la que se despliega cachetonamente a su alrededor, mientras cenan, y la otra, la que los actores les están contando que querían montar y que es, en sí mismo, una película en sus propias cabezas de esa OTRA obra portentosa que sabe a Terry Gilliams y a Orson Wells y que se estarán imaginando"
https://www.facebook.com/mordyn/posts/10206728383221846
Arturo Zárate
“El insomnio de Segismundo (y el fin de la ensoñación)”, es el nombre de la obra del escritor y director Martín López Brie, una mezcla maestra de poesía, rap, protesta, sarcasmo, fantasía y realidad social, interpretada por Eduardo Castañeda y Sofía Beatriz López
http://arturozarate.com/?p=2262
Sobre "Simón Bruma"
Estela Leñero
http://www.proceso.com.mx/?p=343260
"La propuesta de Martín López Brie, que también dirige la puesta en escena, resulta atractiva al manejar dos planos de realidad como si fueran dos mundos paralelos donde no es un desdoblamiento de los personajes, sino son dos personas en la misma situación, abordando de manera diferente los problemas. Para esto, el autor visualiza dos espacios: uno arriba y otro abajo. Simón Bruma es el engrane entre estos dos universos y él sólo se maneja en el espacio superior, pues le aterra el sótano donde su padre realizaba los experimentos. El reto espacial que plantea la obra lo soluciona el director hábilmente, marcando las fronteras con líneas blancas. Los personajes no tienen que bajar o subir, sino simplemente ubicarse en la zona establecida como el taller y el sótano"
Sobre "Pedazos de Apocalipsis"
El informador
- La pieza teatral 'Pedazos de Apocalipsis' de Martín López Brie, quien ofrece siete ideas o fragmentos para acabar con la humanidad, inició temporada la víspera bajo una atinada dirección múltiple.
Con lleno total, la pieza escénica llevó a los asistentes, en medio de un refinado sentido del humor, a la reflexión sobre la decadencia del ser humano, tanto en su ser personal e individual como en su calidad de ente social y global.
Sobre Postales
Postales, de Martín López Brie (Buenos Aires, 1975; radicado en México desde 1980), propone, ya lo dije, algo totalmente distinto (no hay un solo autor que se parezca a otro, ni en las fotos). Ni una sola línea se parece a lo anterior que hemos comentado. Contiene una historia de brujas además, pero la pieza que lleva el nombre del volumen, Postales, es a ratos de una belleza conmovedora. En ese deslinde que ha creado lo que llaman los franceses sencillamente escritura teatral y que se desprende de toda deuda con la técnica dramática clásica, López Brie se dedica a demostrarnos que su manejo de la emoción es cautivador. Se cruzan dos voces, que no se sabe si son un monólogo, diferenciadas tan sólo por el tiempo verbal y el pronombre utilizado, y hay postales, las notables postales de Postales, que trasuntan un dulce oficio de la nostalgia y el exilio. A pesar de romper con los códigos y los formularios, la pieza exuda teatralidad por todas partes y dan ganas de verla ya en es-cena, apostando a las agallas de quien se atreva con este montaje.
¿Ordenarlos por alguna categoría? ¿Convertir estas notas en una carrera de caballos? ¿Con qué me quedo? Confieso que mis gustos oscilan como un péndulo entre la experimentación desfachatada y la añoranza por la pieza bien hecha. Digamos, en otras palabras, que esta lectura me ha dejado, más que satisfecho, entusiasmado. Hay nombres a los que apostar y apostar fuerte. La escritura de Hinojosa o la de López Brie son de alto octanaje y no dejarán títere con cabeza. Confieso que el vértigo que me imponen al proponer estructuras muy libres y abiertas me entusiasma. Incluso creo que Hinojosa llegará todavía más lejos de donde ha llegado y tiene que deshacerse de deudas que tal vez no perciba con la escena. Tiene mucho de novelista pero también lo persigue un director de escena que es lo más dudoso. Es narrador, traduce, escribe ensayo. Que se lance a las marismas que propone el López Brie más libre, el de Postales, donde la narración está abierta y, si hay diálogos, que siga la línea de Édgar Chías que no sé si sabe todo lo que sabe de la comunicación humana.
Marco Antonio de la Parra
Presentación de la colección Teatro Emergente, de ediciones El Milagro, 2009.
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En definitiva, (Orfico Blues es) un espectáculo con un buen texto, incluso con sus atisbos de humor, manejado con habilidad por el nuevo director y bastante redondo en tanto a producto en el escenario. Y lo estoy viendo como una “opera prima” en muchos aspectos, prometiendo además, muy interesantes trabajos para un futuro que seguramente está muy cercano.
Bruno Bert
Revista Tiempo Libre, junio 2007
En las últimas décadas del siglo pasado la palabra cedió en nuestro teatro ante muchas poderosas imágenes, aunque hubo dramaturgos como Emilio Carballido, de gran oído para el habla cotidiana, o Sergio Magaña, de gran impulso lírico, que resistieron el embate, mientras Héctor Mendoza ha empleado imagen y palabra, más ésta en los últimos tiempos. Ahora, la palabra regresa triunfante dentro de dos posibilidades. Una, el exceso soez que limita el lenguaje, aunque en dramaturgos como Luis Enrique Ortiz Monasterio sea un recuerdo de subversión ante la moralina imperante. La otra, el diálogo elegante y refinado utilizado, entre otros, por David Olguín, Vicente Quirarte y el muy joven Martín López Brie. El extremo podría ser la seducción que en muchos jóvenes dramaturgos ejerce el teatro narrativo, que elimina el diálogo y en mucho la acción corporal.
Olga Harmony
La Jornada, Jueves 17 de enero de 2008
En textos anteriores, el autor se sirvió de un pulido lenguaje que contradecía a muchos de su generación, pero ahora las expresiones soeces fluyen del inspector Mico con una facilidad que se antojan cotidianas, alternando con las voces corales que utilizan otra manera de hablar, a veces metafórica y poética, siempre correcta, lo que demuestra su habilidad para las diferentes formas de escritura. Otro aspecto sería el de los personajes de cómic que se muestran como seres reales y no imaginados por autores y dibujantes, con lo que el texto cobra una dimensión fantástica cuando aparecen, en contraste con el realismo de varias escenas, y cuyo interrogatorio se da a base de cortes casi cinematográficos. Entre tanto barroquismo, Mico y su conversión –que se va mostrando a lo largo de varias escenas– son el eje, con ese coro que describe hechos que no vemos, sentimientos y pensamientos, un poco según la corriente del teatro narrativo, otro tanto gracias al gusto por los clásicos de Martín López Brie que hace que su antihéroe tenga un cambio de conducta al final e incluso muestre destellos de una inteligencia que no parecía tener.
Olga Harmony
La Jornada, Jueves 29 de octubre de 2009
Con un vertiginoso ritmo, un sólido manejo del lenguaje dialogado y un espléndido sentido del humor -en lo verbal y lo visual- Martín López Brie aborda la trascendencia y la intrascendencia sobre la fragmentación de las ideas, sobre los anhelos absurdos y los caprichos lógicos, en resumen: sobre la destrucción del mundo y de la humanidad en “Pedazos de Apocalipsis.Pedazos de la apocalipsis no busca la unidad, incluso podría decirse que reniega de ella -y por ende de la homogeneidad-, su apuesta en sus más de 90 minutos de duración es provocar la reflexión y la risa, sí, pero además su atípico montaje convoca a interferir y contaminar el discurso con la confrontación –orquestada por el dominio del espacio escénico de los actores– causando una mostración casi omnoscópica de puntos de vista y opiniones.
Por Eduardo Banda
El semanario, del 8 al 14 de mayo de 2011